
FUENTES DE LA ZONA LIFE URBANO
Se sitúan a los pocos meses de vida. Cuando los bebés comienzan a explorar su cuerpo, sus manitos llegan a los genitales como a cualquier otra parte del cuerpo que está a su alcance.
Se detienen con mayor frecuencia en los genitales por ser esta zona altamente placentera.
Placer para el bebé, drama para alguno de sus mayores, son momentos en que el tierno bebé suele convertirse en un perverso. Aquí ya comienzan las complicaciones con la sexualidad de la persona que recién se abre a la vida.
Expresado verbalmente o no, el disgusto que esta práctica genera para los tan atentos papas, tíos, y abuelos y otros, se trasmite al bebé. En caso que esté otro niño por ahí curioseando se insiste con más energía con el objetivo de reforzar (siempre que se puede se aprovecha la ocasión) que esas cosas no se hacen.
Son momentos en que aquellos rostros inclinados sobre el bebé desnudo se tornan de sonrientes en serios y muy serios. Hay una marcada diferencia en el rechazo de esta actividad según el sexo, a la niña se desaprueba y prohíbe el autoerotismo con una intensidad mucho mayor.
Se trata, ya, de evitar el placer erótico genuino y espontáneo, dando señales verbales y/o gestuales de que "esto no se hace", que está totalmente prohibido, por lo cual en el caso de repetición se acude directamente a amenazas que fundamentalmente pasan por el desprecio o asco por el propio hijo y la castración.
El castigo en los primeros momentos pasa a ser la suspensión de la afectividad o el bienestar expresado en el cambio de actitud; téngase en cuenta que a esta altura de la historia del bebe lo que se capta es a nivel sensorial y afectivo, es el gesto, el tono de voz, la mano que retira su mano de los genitales, llegando hasta el golpecito también.
Con esto ya comienza el condicionamiento: "no sos dueño/a de esta parte de tu propio cuerpo, ni de tu sexualidad, lo cual redunda en definitiva: ni de tu propia vida".
Placer para el bebé, drama para alguno de sus mayores, son momentos en que el tierno bebé suele convertirse en un perverso. Aquí ya comienzan las complicaciones con la sexualidad de la persona que recién se abre a la vida.
Expresado verbalmente o no, el disgusto que esta práctica genera para los tan atentos papas, tíos, y abuelos y otros, se trasmite al bebé. En caso que esté otro niño por ahí curioseando se insiste con más energía con el objetivo de reforzar (siempre que se puede se aprovecha la ocasión) que esas cosas no se hacen.
Son momentos en que aquellos rostros inclinados sobre el bebé desnudo se tornan de sonrientes en serios y muy serios. Hay una marcada diferencia en el rechazo de esta actividad según el sexo, a la niña se desaprueba y prohíbe el autoerotismo con una intensidad mucho mayor.
Se trata, ya, de evitar el placer erótico genuino y espontáneo, dando señales verbales y/o gestuales de que "esto no se hace", que está totalmente prohibido, por lo cual en el caso de repetición se acude directamente a amenazas que fundamentalmente pasan por el desprecio o asco por el propio hijo y la castración.
El castigo en los primeros momentos pasa a ser la suspensión de la afectividad o el bienestar expresado en el cambio de actitud; téngase en cuenta que a esta altura de la historia del bebe lo que se capta es a nivel sensorial y afectivo, es el gesto, el tono de voz, la mano que retira su mano de los genitales, llegando hasta el golpecito también.
Con esto ya comienza el condicionamiento: "no sos dueño/a de esta parte de tu propio cuerpo, ni de tu sexualidad, lo cual redunda en definitiva: ni de tu propia vida".
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