
Hace un par de semanas fui con mi novia y unos de sus compañeros de la escuela a un concierto privado patrocinado por una conocida marca de bebidas alcohólicas. Aunque yo andaba mal de la garganta fuimos por curiosidad, ya que nunca habíamos ido a algo parecido.
El lugar era un inmenso terreno al aire libre, al sur de la Ciudad de México, en el que sobresalía un escenario muy bien montado. Mientras ingresábamos nos dieron un par de probetas de color fluorescente a cada quien, rotuladas con un nombre impronunciable, al parecer en alemán. “Son bebidas, cortesía de la casa”, nos dijeron.Siga leyendo
Gracias a Alex Bravo
No hay comentarios:
Publicar un comentario